María Corina Machado se ha embarcado en una gran mentira y también ha montado al país en esa misma mentira.
Su aparición en el ámbito político venezolano ha sido tan nefasta como la de Leopoldo López, su grupito y Juan Guaidó.
Estos tres seres, junto a Antonio Ledezma, (la mano que mece la cuna) se han dedicado de manera sistemática a desesperanzar a los venezolanos. Y lo han hecho muy bien.
Mientras tanto el gobierno de Nicolás Maduro, el peor en la historia contemporánea venezolana, sigue avanzando y consolidando instituciones que hacen tan pocas cosas bien que uno no sabe que es mejor: que hagan algo o que no hagan nada.
María Corina esgrime como argumento democrático y en eso la secundan sus pares nefastos, incluyendo el que mece la cuna, que ella ganó unas primarias con más de 2 millones 500 mil votos y eso la convierte en la «líder indiscutible», única y excelsa de Venezuela.
Por lo tanto los demás dirigentes políticos de oposición, tan malos como ella, o mejor dicho, peores porque no sólo no la enfrentaron en su historia de mentiras sino que además aceptan todos sus arranques porque creen que ella cuenta con el respaldo de los gringos y eso es igual a dólares y alguno de esos les debe llegar.
Ni María Corina ganó con 2 millones y medio de votos, ni esa fue una competencia leal. Allí sólo estuvieron los que se plegaron a los caprichos de la última heredera (quiera Dios que eso sea así), de los llamados Notables, restos de una élite nefasta en Venezuela, quienes se sienten herederos del imperio español en los tiempos de Felipe II en el Escorial.
Y todos sabemos cómo está la «madre patria» en estos momentos, arrastrando precisamente esa terrible herencia.
Ella sabía desde el principio que no sería candidata, pero insistió. Por lo menos eso hay que aplaudirlo. Tiene más persistencia que cualquiera de los otros candidatos de ese polo.
Ella junto a Claudio Fermín, Andrés Velásquez y Javier Bertucci, son como Bruce Willis en la serie de películas «Duro de Matar». Siempre son candidatos.
Después de muchas vueltas y unos cuantos engaños, terminó proponiendo a un candidato que fue embajador del chavismo: Edmundo González Urrutia, un perfecto funcionario público, mano derecha de Julio Borges y quien presuntamente brindó algún tipo de asesoramiento al grupo de oposición que vivió de Monomeros, empresa venezolana asentada en Colombia que terminó quebrada después del accionar de estos venezolanos y expropiada por el gobierno de Gustavo Petro.
Pero, siempre hay algún pero. Como ella sigue en su mentira, anda en campaña, pero si menciona dos veces a Edmundo González Urrutia es mucho. El resto del tiempo miente y estafa la esperanza de los venezolanos que están cansados de vivir bajo la égida chavista madurista y que quisieran de verdad ver un cambio político en el país, como era 25 años antes.
Cuando la gente vaya a votar el próximo 28 de julio y busque a María Corina Machado quien compite con la Madre Teresa por el uso de símbolos religiosos y no la encuentre imagínense el porrazo que se van a dar los electores.
A lo mejor alguien se acordará de Edmundo y marcará su nombre pero eso no se puede asegurar porque María Corina le pone tanta emoción a «SU» campaña que se olvida de «SU» candidato.
Así que el mismo 28 de Julio, seguramente María Corina Machado va a cantar fraude, porque siempre es más fácil echarle la culpa al otro de los errores cometidos que admitir que todo fue una mentira.
En eso coincide con Nicolás Maduro, quien cada vez que es candidato asegura que ahora sí «vamos a llamar al diálogo» y a «hacer las cosas bien», hasta que se le olvida y los venezolanos dentro y fuera del país volvemos a ser estafados.
Carmen Carrillo