La campaña electoral que se realiza en Venezuela para las presidenciales del 28 de Julio de 2024, es la más insulsa que ha vivido el país en sus últimos 20 años.
El candidato del gobierno está tan aburrido que ya no ofrece nada nuevo.
No se sabe si es porque no tiene nada que dar, más allá de las bolsas de comida, de los bonos de guerra o porque en realidad ya no hay ideas en esas cabezas o los asesores son tan malos que simplemente no tienen nada más que decir que las mismas ideas de todas las campañas: Reactivar las empresas de Guayana; arrancar otra vez el tercer puente sobre el río Orinoco (ojalá esta vez el ingenioso cubano que traigan, porque ese tiene de ingeniero, lo que yo de alemana, logre encontrar la forma de encaminar los pilotes de la construcción por la misma ruta de un lado y del otro); o la última propuesta: Venezuela un centro espiritual, donde los amigos evangélicos tratan de salvar las almas de los moradores de Miraflores porque los cuerpos de esas almas, los perdieron.
Recuerdo que en algún momento Nicolás Maduro y Cilia Flores se declararon seguidores de Sai Baba, santón indio, que parece tener el don de la inmortalidad y el don de aparecer en cualquier lugar del mundo, sólo con desearlo.
Es decir ese es más atrinca que Jacobo Grinberg y su teoría Sintérgica.
Ahora, si se trata de la candidata de oposición, perdón, del candidato, es que la confusión es lógica, se trata de una oferta de Pepe Ganga, Un dos por uno, la dama de Límpidos Blasones, Dama Antañona, ahora compite con el Vaticano debido a la cantidad de símbolos religiosos que exhibe.
Su Alter Ego masculino, Edmundo, ofrece lo mismo de siempre: Una comisión para integrar a los chavistas a la realidad venezolana; mantener las bolsas de comida (yo no sé sí se siguen llamando bolsas Clap porque creo que era la marca registrada del nuevo vicepresidente de Maduro: Alex Saab), así como mantener todos los “programas sociales” del gobierno anterior.
En fin, lo más interesante de la campaña es la falta de originalidad; casi fastidia ver a los candidatos donde lo más llamativo es la manera como María Corina nos habla a los venezolanos, tratándonos como unos estúpidos: “El día de las elecciones se traen su comidita, su agüita, su sillita porque nosotros los representantes de la Sociedad Civil vamos a defender esos votos con todo”.
Yo quisiera ver a esos defensores de la Sociedad Civil, residentes de Altamira, Los Palos Grandes o Chacao, batiéndose en un cuerpo a cuerpo en el barrio San José de Petare, a las 10 de la noche, cuando salen los amigos bandidos con sus “hierros” a resolverse la vida.
Me imagino que cuando lleguen las seis de la tarde, por allí no quedará ni un representante de esa Sociedad Civil, entonces los ratones van a hacer fiesta porque no hay gato.
Claro, yo sé que habrá quienes digan que serán los vecinos del mismo barrio, los que saldrán a defender los votos de la oposición.
Sí, Luis, te creí y fuiste feliz, no ves que ese vecino, va a enfrentarse a los sujetos que seguramente para ganar indulgencia con el gobierno (no podemos ser mal pensados y creer que el alguien del Psuv los va a mandar) se dediquen a dar vueltas en sus motos y en grupo para ubicar a quienes son los valientes defensores de los votos de Edmundo.
Si señores, esta es la campaña electoral más insulsa que ha tenido Venezuela.
Ojalá estos candidatos tuvieran algún tipo de originalidad. Bueno, son tan malos que ni siquiera los otros aspirantes emocionan.
Lo único interesante es con cuánto va a perder Edmundo porque esa no va a ser María Corina, ella no es candidata; claro si Edmundo gana, la cosa cambia, ella es la que va a mandar porque es la “líder indiscutible” de Venezuela.
Lo otro es ver si Elvis Amoroso logra superar a Tibisay Lucena con alguna frase aún más contundente que “una tendencia irreversible” y se demora menos.
Por lo demás, en serio, pero en serio, esta campaña electoral venezolana es un auténtico fastidio.
Nadie contrató a experto marketinero político alguno, brasilero, cubano, o árabe y mucho menos venezolano, estos últimos sumamente devaluados por lo tanto no hay ni siquiera un asomo de idea o “contimás” un amago. ¡Qué vergüenza!
Carmen Carrillo